La implantación de plantas de biogás cerca de zonas residenciales plantea serias dudas sobre el balance entre los supuestos beneficios medioambientales y los impactos negativos en la calidad de vida de los habitantes. A pesar de las estrictas normativas y las licencias ambientales necesarias para su operación, como la Autorización Ambiental Integrada (AAI), los problemas persisten.
Es aquí donde debería cobrar relevancia el artículo 45 de la Constitución Española, que garantiza el derecho de todos los ciudadanos a disfrutar de un medio ambiente adecuado para su desarrollo personal, a la vez que impone a los poderes públicos la obligación de velar por la utilización racional de los recursos naturales para proteger y mejorar la calidad de vida. Con la propuesta de instalar no solo una, sino dos plantas de biogás en La Almunia de Doña Godina, separadas por apenas unos pocos kilómetros, se pone en riesgo este derecho fundamental. Los posibles impactos acumulativos, como la contaminación de aire y agua, la emisión de malos olores, y los riesgos asociados a la operación de estas instalaciones, podrían comprometer gravemente el entorno local y la salud de sus habitantes.
Además, el artículo 45 establece que quienes violen estos principios deberán enfrentar sanciones y reparar el daño causado. Por lo tanto, antes de continuar con la implementación de nuevos proyectos, seria fundamental que se realicen evaluaciones exhaustivas que aseguren que los beneficios ambientales e impactos social-económicos de los vecinos de estas comunidades no se vean superados por los impactos negativos, y que existan mecanismos claros para remediar cualquier daño que pudiera ocurrir. Solo así se podrá garantizar que el desarrollo industrial no se haga a expensas del bienestar de la comunidad.
Campillos, Málaga: Una Iniciativa Pionera con Consecuencias No Previstas
La planta de biogás de Campillos, inaugurada en 2016 y fue la primera de su tipo en Andalucía. A pesar de haber superado un riguroso proceso de autorización ambiental y de obtener la Autorización Ambiental Integrada (AAI), la planta enfrenta serios desafíos operativos. Un incendio en una de sus balsas en agosto de 2023 generó gran alarma en la comunidad local. Más preocupante aún ha sido la persistencia de malos olores reportados por los vecinos desde el inicio de las operaciones, lo que ha mantenido viva la polémica sobre la conveniencia y seguridad de la planta.
Valdemingómez, Madrid: Un Foco de Controversia en la Capital
En Valdemingómez, la planta de biogás es parte de un complejo más grande de tratamiento de residuos. Desde sus inicios, la planta ha sido objeto de controversia debido a su proximidad a zonas residenciales, lo que suscitó preocupaciones por la calidad del aire y los posibles impactos en la salud de los habitantes. A pesar de haber obtenido la licencia correspondiente, la oposición vecinal ha sido persistente, centrada principalmente en los problemas de malos olores y la gestión inadecuada de los residuos. Estas tensiones reflejan un descontento con la manera en que se perciben los riesgos ambientales frente a los beneficios prometidos de la planta.
«Según la memoria de 2023, se han registrado 941 quejas por olores, frente a las casi 5.000 que llegó a haber en 2018»
Llanera, Asturias: Descontento Vecinal por los Malos Olores
La planta de biogás en Llanera, Asturias, también ha enfrentado críticas después de su puesta en funcionamiento, a pesar de no haber tenido problemas significativos durante el proceso de autorización ambiental. Los vecinos han manifestado su descontento debido a los malos olores que emanan de la instalación, lo que ha generado un debate continuo sobre la idoneidad de la planta en esta ubicación. La controversia ha puesto de relieve las dificultades de equilibrar la gestión de residuos con la calidad de vida de las comunidades locales aledañas.
Preocupaciones sobre la Contaminación del aire o los Acuíferos: Un Riesgo Subestimado
Otro riesgo asociado a las plantas de biogás, especialmente aquellas que utilizan excremento de gallina, es la posible contaminación de acuíferos. En otras regiones, como en Alemania, se han documentado casos donde la mala gestión de estos residuos ricos en nitrógeno y fósforo ha llevado a la contaminación de aguas subterráneas. Esta experiencia subraya la importancia de exigir una garantía absoluta, gestión rigurosa y un monitoreo constante para que nunca existan filtraciones que puedan comprometer la calidad del agua de los acuíferos.
Otro aspecto a considerar es el riesgo de fugas de biogás, un problema que no podemos detectar debido a la invisibilidad del gas. Estas fugas no solo representan pérdidas económicas significativas, sino que también constituyen un grave riesgo de seguridad y tienen un impacto ambiental considerable muy alto. El metano, componente principal del biogás, es un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO₂, lo que exacerba los efectos del cambio climático. Por ello, las plantas de biogás, implantan como medida de contención estos sistemas de detección de fugas para minimizar estos riesgos en la obtención de la Autorización Ambiental Integrada (AAI).
La Almunia de Doña Godina: Un Proyecto Bajo la Lupa
La propuesta de instalar una Mega planta de biogás en el polígono industrial La Cuesta, en La Almunia de Doña Godina, Zaragoza, ha generado considerable controversia. Este proyecto implica una inversión de 30 millones de euros y está diseñado para tratar 90,000 toneladas anuales de gallinaza, produciendo biometano, compost y fertilizantes. Aunque la empresa asegura que la planta será completamente hermética y no emitirá olores perceptibles, muchos vecinos y empresarios locales han expresado su preocupación por los posibles impactos negativos en la calidad de vida y la imagen del municipio. Estas preocupaciones han sido el principal motivo de oposición, manifestadas durante reuniones informativas y con la recogida de firmas para solicitar la reubicación del proyecto.

El proyecto, actualmente en fase de evaluación de impacto ambiental por el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (INAGA), ha sido declarado de interés autonómico, lo que añade complejidad al debate. Sin embargo, la situación en La Almunia refleja desafíos parecidos a los enfrentados por otras plantas de biogás en España, donde los beneficios económicos se han contrapuesto a los sucesos socio-medioambientales negativos.
Contención de Olores: Un Problema Persistente
Las plantas de biogás, como la propuesta para La Almunia, incluyen en su diseño sistemas para contener los olores, tales como tecnología de filtrado de aire y cubiertas herméticas para los tanques de almacenamiento, etc. Sin embargo, la experiencia en Campillos y Valdemingómez y otras ha demostrado que estos métodos no son infalibles. En estas localidades que existen plantas de este tipo, los vecinos han reportado continuamente malos olores desde que estas comenzaron a operar. Este problema es especialmente preocupante en verano, cuando las altas temperaturas pueden aumentar la volatilidad de los compuestos orgánicos, exacerbando los olores.
Contaminación de Acuíferos: Un Riesgo Real
La posibilidad de contaminación de acuíferos es otro riesgo importante que ha sido subestimado en varios proyectos de biogás, alrededor del rio Mediano. En La Almunia, donde el proyecto pretende manejar grandes volúmenes de gallinaza, este riesgo es real. Aunque el plan parcial incluye estudios geotécnicos y medidas para evitar filtraciones, siguen siendo contemplados como riesgos, especialmente en áreas con suelos mas permeables. Las lecciones aprendidas de otros países, como Alemania, donde la mala gestión de excrementos de gallina ha llevado a la contaminación de acuíferos, deberían servir como recordatorio de que estos peligros no deben tomarse a la ligera y cual es la razón y beneficio de tómalos.
Planificación y Regulación: ¿Suficientes?
Los proyectos como el de La Almunia requieren la obtención de la Autorización Ambiental Integrada (AAI) y deben pasar por rigurosos estudios de impacto ambiental. Sin embargo, como se ha visto en Campillos, Valdemingómez y Llanera, cumplir con estos requisitos no garantiza que no habrá problemas en el futuro. Las regulaciones actuales tienden a centrarse en la minimización de impactos, pero no siempre abordan la eliminación total de riesgos, lo que deja a las comunidades expuestas a posibles problemas que podrían haberse evitado con una planificación más cuidadosa y una evaluación más crítica.
Beneficios Vs. Costos Sociales
Si bien los proyectos de biogás ofrecen cuantiosos beneficios económicos provenientes de la generación de energía y la gestión de residuos, se debería lanzar la pregunta de si estos beneficios superan los costos sociales y ambientales para las comunidades donde se instalan. En el caso de La Almunia, deberían considerar si 17 puestos de trabajo, es suficiente redito como para absorber los seguros impactos negativos que han sido recurrentes que y que no han sido eliminados definitivamente en otros lugares.
Reflexión: ¿Es Realmente Conveniente?
Las plantas de biogás como la proyectada en La Almunia se presentan ante la población como soluciones sostenibles y como parte fundamental de la llamada «economía circular». Sin embargo, los problemas que han surgido en otras localidades no se están abordando de manera que se erradiquen completamente. La evidencia sugiere que los planes de contingencia o las soluciones propuestas por estas plantas están más orientadas a intentar mitigar o parchear estos problemas una vez ocurren, en lugar de eliminarlos desde el principio o garantizar que no producirán en la nueva planta que va a ser autorizada. Esto deja a las zonas residenciales que confiaron en promesas de «sin olores», «sin contaminación» o «tecnología innovadora» expuestas a riesgos que podrían haberse evitado con una planificación más cuidadosa y rigurosa, junto con una evaluación y decisión más crítica sobre las tecnologías empleadas y aceptadas.
Los estudios presentados, como el de La Almunia, presentado al INAGA de Aragón, no introduce nuevos procesos o tecnologías que aseguren la eliminación de estos riesgos. No se especifica cómo se evitará totalmente la contaminación de acuíferos, cómo se garantizará que la generación de biogás no producirá definitivamente malos olores, ni cómo se eliminarán completamente los riesgos de incendios o explosiones. Este vacío de garantías para erradicar completamente los problemas refuerza las preocupaciones de la comunidad, que teme que los problemas enfrentados en otras localidades se repitan aquí, afectando gravemente su calidad de vida y que una vez ocurridos deban transcurrir años, en algunos casos décadas, para que la regeneración del medio vuelva a su estado original.
Dadas todas estas contingencias, tanto los dirigentes políticos como los ciudadanos, empresarios y asociaciones de La Almunia deberían preguntarse si este es realmente el mejor enfoque para la localidad. La situación refleja un patrón repetitivo observado en otras plantas de biogás, donde los proyectos presentan planes de contingencia que no son más que medidas reactivas para actuar si surge un problema, lo que indirectamente confirma que esos problemas son esperados y, por lo tanto, es probable que se repitan. La decisión de admitir no solo una, sino dos plantas de biogás en una proximidad tan cercana exige una evaluación rigurosa. Las autoridades locales y la comunidad deben sopesar cuidadosamente si los supuestos beneficios económicos que estas instalaciones podrían traer realmente compensan los posibles impactos acumulativos en el medio ambiente, la infraestructura y la calidad de vida de los ciudadanos. Sin una justificación clara y una planificación detallada, desarrollada desde la propia administración y que aborde de manera realista los riesgos ambientales y sociales, la necesidad de ambas plantas en La Almunia podría ser, cuanto menos, cuestionable a responder todas esta preguntas que surgen.
Nota Importante: Las proyecciones de las instalaciones, tanto de una mega factoría de biogás, como la otra planta cercana, no solo debería contar con el beneplácito de un único municipio. Sería comprensible que este tipo de decisiones se tomaran con el consenso de todos los municipios aledaños, considerando el impacto regional que pueden tener estas instalaciones. Es fundamental reconocer que ninguna de estas plantas ha sido cerrada o desmantelada una vez operativas, lo que nos lleva a reflexionar sobre la dificultad de eliminar los problemas que surgen tras su puesta en marcha. Esto sugiere que una vez instaladas, las comunidades afectadas podrían enfrentar desafíos permanentes, lo que subraya la necesidad de una planificación y evaluación exhaustivas antes de proceder con su construcción de estas plantas de biogás a unos poco kilómetros de los núcleos urbano.
Que piensas tu